EXPEDICIÓN AL CERRO BARAUCA, LA MONTAÑA MISTERIOSA DE USPALLATA

El Cerro Barauca es talvez una de las cumbres más enigmáticas de Mendoza, primero por formar parte del ya de por sí enigmático cordón central de la Cordillera del Tigre, que por diversos motivos es una zona poco explorada y de poco interés para la generalidad del montañismo

Pero además, porque con sus 5.500 m.s.n.m. es la cumbre cabecera y distal de la cuenca del Arroyo San Alberto. A pesar de ello, no es la más alta, ya que delante de él está el Cerro Tambillos, unos 150 metros mayor, que por estar al este, se le antepone y por eso al Barauca no se lo puede ver desde el Valle de Uspallata. Bien le cabría entonces el mote de “montaña oculta” o “cerro misterioso”. El Tambillos a su vez, tiene una estampa verdaderamente imponente, a diferencia del Barauca, que desde lejos tiene un aspecto más bien achatado y discreto. Entonces, si no se lo puede apreciar en su imponencia, qué lo hace atractivo? Pues básicamente, el misterio de lo oculto, la curiosidad por lo inexplorado y una fuerte ansiedad por conocer y dar a conocer esos confines remotos que encierra el origen de la vida para Uspallata.

El Cerro Barauca visto desde la Precordillera, con el Glaciar Barauca 1 y sus dos brazos. Fotografía tomada con mucho aumento, desde la zona de El Jaguel del Álamo.


PREPARATIVOS

En la previa hubo que conformar el grupo, con la premisa fundamental de que la buena onda entre los miembros debe ser una bandera en estas expediciones tan largas, además de asegurarnos una predisposición y preparación para resistir una caminata muy exigente.

Cuando finalmente se armó el grupo, nos planteamos un objetivo de mínima y uno máxima par nuestra expedición: el primero sería la Laguna Barauca, el segundo sería el Cerro Barauca. La disparidad entre uno y otro era porque todo estaba supeditado a las condiciones meteorológicas y a las físicas de los integrantes, en especial a la resistencia a una caminata tan larga. Además, existía la posibilidad de encontrarnos con dificultades no detectadas al detalle en el relevamiento que hicimos previamente con imágenes satelitales.

El grupo de izquierda a derecha: Federico Soria, Pablo Mariani, Beatriz de Prado y Rodrigo Vázquez.

Planeamos una travesía larga, de 10 días en total para recorrer ida y vuelta 120 kilómetros aproximadamente: cuatro días de acercamiento, uno de aclimatación, uno para ascender a la cumbre y tres para volver, quedando un día de comodín por cualquier eventualidad.

Obviamente, que para una permanencia tan prolongada en la montaña, hay que cargar con todo. Estuvimos todo el día anterior reunidos en una finca de San Alberto, eligiendo qué llevábamos y qué no. Hay cosas que sí o sí van: carpa, bolsa de dormir, colchoneta, abrigos de pluma, rompevientos, cocina, gas, vajilla… todo pesa! Y después elegir la comida para tantos días, mudas de ropa, botiquín, linterna con pilas y demás chucherías. En esa elección de cosas hay dos parámetros que se contraponen y son inversamente proporcionales: el confort y el peso en la espalda… Finalmente, las mochilas rondaban los 20 a 23 kilogramos de peso, una barbaridad para cargarlas durante 10 días!

El itinerario inicia en las fincas de San Alberto, remontando el arroyo homónimo hasta sus cabeceras, en cuyo punto distal se localiza la cumbre.


DÍA 1 DE APROXIMACIÓN

La expedición se inició en San Alberto, a las 8 horas del día 8/2/2020. Traspusimos varios alambrados, ya que desgraciadamente no hay acceso público al Arroyo San Alberto, que bien vale recordar, es un bien público… No sólo en la Patagonia se apropian cursos y cuerpos de agua, más bien es un mal general, y eso que la Estancia Uspallata es patrimonio del Estado…

Una vez en el cauce del Arroyo San Alberto, nos encontramos con una amplia y extensa playa aluvial, por momentos pedregosa, por momentos arenosa, sin una senda bien marcada que conduzca río arriba. En lugar de ello, en este sector hay un montón de huellas vehiculares y de a caballo en distintas direcciones, que van, vienen y se cruzan, aparentemente producto ejercicios militares. Por eso, lo mejor en este tramo es ir a campo traviesa, con rumbo al oeste, hacia la boca de la quebrada principal, procurando tirarse un poco a la izquierda, hasta visualizar una huella vehicular que asciende por la barda sur, hasta la parte superior de una terraza amplia y bastante plana. Por esta terraza la misma huella vehicular se vuelve recta y muy larga, terminando en el ingreso a la quebrada.

Izquierda: la caminata por el piedemonte de la cordillera frontal siempre es larga. Derecha: un enorme paredón rocoso marca el ingreso a la quebrada del Arroyo San Alberto, en el sitio donde se localiza el Antiguo Aforo.

Hasta este punto son dos horas y media de caminata. Estamos en el lugar conocido como el Antiguo Aforo, ya que en este punto están las ruinas de una estación que medía el caudal del Arroyo San Alberto. Actualmente no se puede saber cuanta agua lleva. Además, están las ruinas de una vivienda, que de estar en condiciones, podría ser un hermoso refugio para caminantes... Del otro lado del arroyo hay un enorme paredón rocoso que cae a pique al lecho mismo, siendo un claro indicador de que a partir de acá nos adentramos en la montaña.

El Arroyo San Alberto no siempre tuvo ese nombre… Hasta 1944 se lo conocía como Río Negro y así figura en los antiguos planos de la Estancia Uspallata, que van desde la época colonial hasta ese año, en que fue expropiada por el Estado Nacional Argentino para destinarlo a uso militar. La razón del antiguo nombre de Río Negro es rápidamente verificable en el lugar, ya que las aguas cristalinas del curso resaltan el color oscuro de las rocas que tapizan su lecho, que a su vez contrasta con un entorno fuertemente clareado por la intensa radiación solar reinante. El nombre de San Alberto tiene connotaciones religioso-militares, aparentemente vendría de un fraile o capellán que habría sido parte del Ejército Libertador, llamado Antonio de San Alberto… De todos modos, la prueba documental demuestra que el topónimo de San Alberto para el arroyo y la zona no tiene asidero histórico más atrás que el mencionado año, por lo que se infiere que fue impuesto por los militares a partir de que comienza su presencia en la zona, quienes a su vez fueron los responsables de plasmarlo en la cartografía oficial, con lo cual quedó así de ahí en más.

La remontada de la quebrada bordea todo el tiempo el arroyo, cuyos bordes por momentos caen a pique al propio cauce. Por eso, a veces se plantea la disyuntiva de hacer complicados rodeos o vadear.

El tránsito por la quebrada del Arroyo San Alberto va todo el tiempo bordeando el curso de agua. En algunas partes, los paredones rocosos caen a pique sobre la propia correntada y se plantea la disyuntiva de vadear o hacer complicados rodeos para salvar estas caídas. Lo mismo ocurre con los densos y altos cortaderales que aparecen cada tanto, prácticamente infranqueables: o se cruza el arroyo o se cuerpean estas plantas frondosas y cortantes, lo cual además de complicado, puede generar lastimaduras. Los vadeos no son sencillos: hay que detenerse, cambiar el calzado, atravesar el cauce (que en verano puede venir con mucha fuerza) y luego volver a cambiar el calzado. Además de complicado, lleva bastante tiempo: entre 40 minutos y una hora cada vadeo, aunque también se aprovecha para descansar…

A medida que se avanza río arriba, la quebrada deslumbra con sus inmensas moles de piedra, tal vez las más imponentes en este primer tramo son los contrafuertes del Cerro Negro de San Alberto, cuyos enormes farallones rocosos basálticos cupuliformes, destacan por su altura y coloración de un negro rojizo que no se volverá a ver en el resto del recorrido. Se atraviesan diversos parajes, como el Paso de las Piedras, la Piedra de los Pescadores, la Piedra Toba y las 4 Quebradas.

Los paredones del Cerro Negro, vistos desde la quebrada del Arroyo San Alberto, a la cual nos vamos introduciendo.



En este último punto, al cual arribamos tras 6 horas y media de caminata, la quebrada describe un quiebre en su recorrido y cambia de rumbo, presentándose más encajonada y consecuentemente obligando a vadeos y rodeos cada vez más complicados y frecuentes. Algunos de estos rodeos, sortean barrancas por sendas muy desdibujadas que atraviesan terrenos escabrosos y erosionados, expuestos a caídas, donde el tránsito definitivamente requiere de mucha paciencia y adrenalina, no siendo apto para personas con vértigo.

Finalmente, después de 10 horas de caminata, arribamos al sitio denominado Piedra de los Milicos, donde decidimos hacer el primer campamento. El clima se mostró amenazante, a esta hora se nubló y cayeron algunas gotas, se oyeron algunos truenos en la distancia, y nos preparamos para un eventual chaparrón, pero al final no pasó a mayores. Como siempre en estas expediciones, la primera cena es un asado montañés, que se disfruta de una manera inconmensurable, para luego irnos a dormir con la consigna “panza llena, corazón contento” bajo un escenario plateado de luz de luna...

Izquierda: como ocurre en estas expediciones, el primer día lo cerramos en el campamento con un magistral asado montañés. Derecha: al otro día continuamos remontando la quebrada del Arroyo San Alberto con mucho por caminar...


DIA 2 DE APROXIMACIÓN

El segundo día nos levantamos a las 7. Entre desayuno y desarmada de campamento, terminamos arrancando 8:30, caminando por un terreno similar de escabroso y con las mismas complicaciones que la última parte del día anterior. El encajonamiento de la quebrada, cada vez más estrecha, obliga a varios vadeos, por suerte el arroyo no venía muy crecido, de todos modos, en verano siempre es caudaloso y sus aguas heladas...

En un punto del recorrido, a dos horas y media del segundo día, llegamos al primer "Mal Paso" denominados así por las dificultades que representa para los ocasionales caminantes atravesarlo. Se trata de un derrumbe de colosales dimensiones y que motiva a pensar lo que debe haber sido la caía de esas rocas realmente descomunales de grandes, algunas de más de 40 metros de alto…

Izquierda: el primer "Mal Paso" está conformado por un colosal derrumbe de rocas gigantescas, que cierra a su paso al Arroyo San Alberto. Para soltearlo, debemos subir más de 100 metros por una senda parcialmente borrada.



Al principio, la senda zigzaguea por la derecha de este gran derrumbe, en una subida larga y tortuosa. Pero después la sucesión de grandes rocas la desdibujan y hay que meterse entre ellas, para luego volver a descender al arroyo, que en la parte superior del derrumbe queda unos 100 metros por debajo…

Posteriormente, se accede a la playa y ensanchamiento del valle en la confluencia del Arroyo Dientitos, donde hay una parada obligada para descansar, comer algo y contemplar el paisaje. Llevamos 5 horas de caminata en este segundo día. Un detalle que observamos a partir de este punto son varias vegas colgantes que encontramos en las altas laderas cerros circundantes, en lugares de los mas insólitos, lo que da lugar a pensar respecto de los misterios que encierra el flujo de las aguas subterráneas en estas montañas. La playa del Dientitos es un cono aluvional muy potente, aparentemente por lo que pude ver en imágenes satelitales, ocurrió un enorme aluvión pocos años atrás, que sepultó una extensa zona de vegas y arbustales, dando la apariencia de tierra arrasada que tiene actualmente esta playa, que vemos en toda su extensión a la izquierda durante un tramo de nuestro itinerario.

Izquierda: el arroyo San Alberto atraviesa la Playa del Dientitos. Derecha: de las laderas de los cerros circundantes se descuelgan vegas colgantes.

Luego de la Playa del Dientitos, la quebrada del San Alberto vuelve a encajonarse y a presentar las mismas complicaciones de tránsito por sendas desdibujadas en un suelo barrancoso y muy lavado. A esto se agrega la vegetación, que en este tramo está conformada por un denso matorral achaparrado de calafate o coronta, una planta muy espinosa que cubre todo el suelo. Esta flora complica aun más el tránsito, ya que además de las finas y abundantes espinas penetrantes, hay que estar adivinando que hay debajo de las plantas para pisar firme sin caerse. Nuevamente por momentos parecía echarse a perder el clima…

Tras 7 horas de caminata, arribamos a la confluencia de los Arroyos San Alberto y Cajón Barauca. Desde este punto se puede ver la Cascada del Cajón Barauca y un imponente encajonamiento, enmarcado entre impresionantes paredones de roca que parecieran encerrar la quebrada, por suerte, por ahí no hay que seguir. Pero de a poco ir avanzando en nuestro camino, nos vamos encontrando con un escenario similar en la parte media de la Quebrada del San Alberto: las murallas de piedra que enmarcan el cauce anomostosado del arroyo, conforman el escenario del encajonamiento perfecto, que se va elevando y angostando, hasta dar la impresión de que no hay pasada. Y así pareciera ser en un paso fiero, donde primero hay que atravesar una vega pantanosa colgante con fuerte pendiente, en la que hay que meter los pies al agua, (muy propicia para resbalones) y después trasponer un farallón rocoso, donde la senda casi borrada por la erosión pluvial, debe ser por momentos adivinada. Hay que tratar de imaginarse cómo hacían para atravesar este sitio los antiguos arrieros con sus animales… Aquí también vadeamos varias veces el arroyo y continúan los densamente espinosos calafates cerrando la senda.

Izquierda: confluencia de los arroyos Cajón Barauca y San Alberto. Derecha: detalle del cañadón y cascada Cajón Barauca.

Tras 10 horas de caminata, arribamos a la Vega de los Tábanos, muy pastosa, cubierta de junquillo, ofreciendo un paisaje muy bello, donde contrasta el verde del humedal y una amplia gama de pasteles de los diversos paredones rocosos que lo rodean. Después de la vega, está el Arroyito de los Tábanos, que desciende por una quebrada lateral muy escarpada. En su unión con el Arroyo San Alberto, sobre una pequeña terracita arenosa, hicimos el segundo campamento, alrededor de las 18:30.

Panorámica de la Vega de los Tábanos


DÍA 3 DE APROXIMACIÓN

Al día siguiente nos levantamos a las 7:30. Desayuno y levantada de campamento, para retomar la caminata alrededor de las 9. De a poco la quebrada se encierra nuevamente en otro encajonamiento, aún más potente, para dar paso a un marco de tremendas moles de piedra y los signos inequívocos de un pasado geológico caótico…

En esos mismos paredones, a cierta altura, ha quedado la evidencia de antiguos niveles de base mucho más altos que el actual, generados en el pasado por procesos de remoción en masa. La acción del agua durante millones de años ha horadado verticalmente la dura roca granítica, generando al costado altísimas y profundas chimeneas que parecieran pulidas.

Ese encajonamiento supremo, da lugar al segundo “Mal Paso”, que para trasponerlo, primero se sube unos 200 metros de desnivel, por una senda de guanacos muy empinada y barrancosa, hasta un balcón donde pareciera verse la boca de una caverna al costado. No hay tiempo de explorarla, pero en su ingreso hay rastros de la presencia de pumas, como huellas y fecas, siendo un sitio perfecto como apostadero de estos animales.

Tres aspectos de la garganta que se forma en el segundo "Mal Paso": Izquierda: chimeneas fluviales talladas en las paredes de granito. Centro: encajonamiento del arroyo, se sortea trepando por un espolón rocoso a la izquierda de la foto. Derecha: Un gran derrumbe de enormes rocas obstruye el cañadón del arroyo, conformando un verdadero laberinto pétreo por donde se escabullen las aguas.

Luego, desde el balcón, hay que descender nuevamente al arroyo, que pareciera encerrarse más aun, ya que además del encajonamiento, aparecen enormes rocas atravesadas que obstruyen el cañadón, por ahí no se puede seguir y el arroyo se pierde debajo de estas increíblemente grandes piedras. En este punto nos detenemos para recorrer un poco esta suerte de laberinto pétreo, plagado de pasadizos y saltos de agua. El marco paisajístico encerrado por las montañas que caen a pique brinda infinidad de formas y figuras a la mirada e imaginación del observador... Acá pudimos ver en el arroyo al pato del torrente, una rara especie de ave, que vive en los rápidos de los cursos de agua cordilleranos y es muy difícil de avistar.

Continuando, hay que cruzar el arroyo e iniciar una trepada por las rocas, buscando la vía más sencilla para sortear abismos y trasponer este gigantesco derrumbe, el cual terminamos de atravesar a 4 horas de haber dejado el sitio del campamento. Nos encontramos en un punto elevado, donde decidimos hacer un descanso y apreciar que la montaña invita a pensar, reflexionar e inspira al ejercicio de la contemplación...

Una vez superado el segundo “Mal Paso”, hay que descender nuevamente al arroyo, la Quebrada del San Alberto comienza a describir muchas vueltas, que hay que ir sorteando con varios vadeos, para seguir adentrándose en la montaña... En medio de tanto curverío, surge otra reflexión: Las vueltas del arroyo son como las vueltas que da la vida, innumerables… Y una de esas vueltas de la vida nos trajo hasta acá…

Izquierda: al superar el segundo "Mal Paso" hay que volver a descender al cauce del Arroyo, para sortear una serie de vueltas que da la quebrada. Derecha: Luego viene una travesía por acarreos, siguiendo sendas de guanacos.

En algunos puntos del recorrido pudimos comer pequeñas bayas de calafate, muy sabrosas, aunque con unas semillas astringentes. Averiguando, resulta ser un muy buen alimento y en el sur del país se hacen mermeladas de este fruto, de color negro azulado.

Luego de estas vueltas de la quebrada, debimos atravesar grandes y empinados acarreos finos por angostas sendas de guanacos. Pequeñas y floridas hierbas cordilleranas crecen a la orilla del arroyo, brindando un contraste natural único. Estos acarreos terminan abruptamente en un paredón rocoso, que obliga a descender, para cruzar el arroyo y meterse a otro espinal de calafate en la ribera opuesta.

Derecha: la naturaleza se muestra muy prodigiosa en algunos puntos del recorrido. Izquierda: la senda de guanacos de la foto anterior termina abruptamente en un contrafuerte rocoso, que obliga a un nuevo vadeo, del otro lado nos espera otro matorral de calafate.

A la mitad del tercer día y con 5 horas y media de caminata, arribamos a la confluencia de los arroyos San Alberto y Del Sol. En este sector hay vegas pastosas y pequeñas, alternadas con matorrales de calafate y un par de revolcaderos de guanacos, que fueron empleadas como campamentos en expediciones anteriores. Los paredones rocosos del entorno ofrecen un marco paisajístico realmente imponente,a pesar de lo encajonado de la quebrada.

Hicimos un descanso, comimos algo y aprovechamos para dejar un rato las pesadas mochilas y realizar una pequeña remontada del hermoso Arroyito Del Sol. Llegamos hasta una pequeña laguna, donde se refleja el paisaje de las montañas circundantes, el cielo azul y las nubes. Las flores de las plantas hidrófilas que cubren ambas márgenes del arroyito son muy abundantes y crecen hasta en el medio del agüita cristalina...

Izquierda: confluencia de los arroyos Del Sol y San Alberto. Derecha: la quebrada del San Alberto en dirección a la estrechura del Desfiladero Negro.

Izquierda: Arroyito del Sol, con pequeñas flores que surgen del agua misma. Derecha: a poco re realizar una pequeña remontada del arroyito, aparece una lagunilla, donde se reflejan el cielo y las montañas circundantes.

Una hora después, continuamos la remontada del San Alberto, en la tarde del tercer día atravesamos un encajonamiento denominado Desfiladero Negro, sin mayores dificultades, ya que todo fue por el cauce. Pasando esta estrechura, a 9 horas de caminata del tercer día, comenzamos a adentrarnos en el valle superior del Arroyo San Alberto, ya más abierto y poblado de abundantes vegas altoandinas, al principio pequeñas y colgantes y luego más planas y extensas...

El Valle Superior se observa muy largo y bastante recto, a comparar con las sinuosidades de la quebrada que quedaron atrás, señal de que la geografía y el paisaje cambian drásticamente de ahora en más. En este sector, se transita por sendas de guanaco que bordean las laderas, bastante alejadas del cauce. Recién en la tarde del tercer día de caminata podemos ver por primera vez la figura del Cerro Barauca, aunque las nubes que van y vienen por momentos no nos permiten apreciarlo en su totalidad.

Izquierda: la estrechura del Desfiladero Negro. Derecha: luego la quebrada se abre, apareciendo numerosas vegas, las primeras son colgantes.

En algunos tramos de la caminata la naturaleza resulta muy prodigiosa... La Vega de la Buena Vista es una de las más grandes en el Valle Superior del Arroyo San Alberto, el cual se va nutriendo de sus aportes. Estamos ante un verdadero vergel de altura, a 3.600 m.s.n.m coronado por pequeñas lagunillas en la parte superior de las vegas, donde emana el agua del subsuelo que las alimenta. El paisaje es sublime, conformado por el contraste de un verdor de gramíneas y juncáceas enanas y las aguas de estos cuerpos, con la aridez reinante en los roqueríos y pedreros de la alta montaña.

El tercer campamento lo armamos en la Vega del Hornillo, a donde arribamos tras 10 horas de caminata. Ante la ventosa y húmeda situación que presentaba la víspera de la tercer noche, decidimos cocinar en un pozo semitapado con piedras laja.

Izquierda: Campamento N° 3 en inmediaciones de la Vega del Hornillo. Derecha: debido a la lluvia y el viento debimos realizar un pozo y taparlo con piedras lajas para poder cocinar.


DÍA 4 DE APROXIMACIÓN

A las 7 de la mañana del cuarto día nos levantamos, los primeros rayos solares que se asientan sobre la Vega del Hornillo y el Arroyo San Alberto que la atraviesa, nos brindan un marco paisajístico realmente hermoso, con el Barauca y sus glaciares detrás, ahora radiante, con un cielo azul de fondo.

A las 8 reiniciamos la caminata, descansados y regocijados con hermosas postales efímeras que se despliegan ante nuestras ocasionales miradas, de manera espontánea a cada momento... como por ejemplo un grupo de guanacos pastando en una ladera tras la cual se está poniendo la luna llena…

Izquierda: Vega Bella vista, en el Valle Superior del Arroyo San Alberto, con el Cerro Barauca al fondo y uno de sus glaciares. Derecha: detalle de la vista que se tiene del Cerro Barauca desde la Vega Bella Vista, siendo este el primer punto de la travesía desde el cual puede verse nuestro objetivo.

Al amanecer del cuarto día, la zona de la Vega del Hornillo donde habíamos acampado, ofrece un marco natural espectacular, con imágenes increíbles que parecieran sacadas de un cuento...

Y mientras ya llevamos tres horas de caminata, el Valle Superior de apoco también va quedando atrás, los guanacos se nos cruzan todo el tiempo. De todos modos, siempre guardan prudente distancia de escape. También por momentos nos sobrevuelan cóndores. A medida que ascendemos y miramos atrás, el arroyo nos muestra un contraluz matinal de un constante e interminable fluir, que invita a pensar: de fluir también se trata la vida...

Hacia la derecha, se observa parcialmente el Glaciar Redondo del Tambillos, de donde baja un caudaloso arroyo con fuerte pendiente, que se insume en un cono aluvial de rocas, antes de llegar al cauce del San Alberto. No obstante, el agua reaparece en los manantiales y vegas más abajo.

Izquierda: avanzando en el último tramo del valle superior, las sendas de guanaco que venimos siguiendo se alejan del arroyo, superando algunos taponamientos morénicos que se van anteponiendo. Derecha: del Glaciar Redondo del Tambillos se genera un arroyo caudaloso que baja muy abruptamente hacia el valle superior.

A 5 horas de caminata, ya dejamos atrás las últimas vegas, la vegetación casi desaparece y el valle empieza a obstruirse con grandes taponamientos morénicos, que hay que ir atravesando o sorteando por sendas de guanacos, no siempre firmes… La altura se hace sentir, pues ya estamos a 4000 m.s.n.m.

En el último de estos taponamientos, empezamos a seguir unas huellas de guanaco que se van hacia la izquierda del valle, subiendo en travesía una alta morena lateral. Nos montamos sobre ella, hacia donde se despliega una quebrada lateral que proviene del Glaciar Barauca 2.

A 7 horas de caminata arribamos a la parte superior de esta terraza y tenemos una panorámica imponente e impactante. Por un lado, nos queda abajo la Laguna del Nacimiento, de cuyo desagüe nace propiamente el Arroyo San Alberto como tal. Esta laguna, de color turquesa en su parte más profunda, es escenario de un increíble proceso natural de filtrado que asegura que las aguas del Arroyo San Alberto en su zona de alimentación, sean puras y cristalinas: el agua de los arroyos que provienen chocolatosas de los glaciares circundantes vuelcan a la playa superior, donde se infiltran y luego brotan límpidas en la base de la morena lateral y la propia orilla de la laguna.

Laguna del Nacimiento, de su desagüe nace el Arroyo San Alberto detrás los glaciares San Alberto y Tambillos del Sur. A la derecha y arriba de este último, la cumbre del Cerro Tambillos.


Izquierda: la embocadura de la Laguna del Nacimiento es el lugar preciso donde nace el Arroyo San Alberto. DEtrás el Barauca y uno de sus glaciares. Derecha: la orilla de la laguna es el lugar ideal para el descanso y la contemplación, siempre que no corra viento. El color turquesa revela la profundidad de la laguna.


También se nos despliegan en todo el entorno montañoso un circo glaciario con numerosos cuerpos de hielo descubierto, de grandes proporciones. El Glaciar Barauca 1, con sus dos brazos que rodean al propio Cerro Barauca. Su capa de hielo descubierto supera los 40 metros de altura y además se encuentra rodeado de glaciares de escombros activos, donde el hielo está tapado de sedimentos rocosos de diferente tamaño.

A la izquierda se observa la parte superior del Glaciar Barauca 2, de tamaño menor, que se descuelga del Cerro Grande. El Glaciar San Alberto pareciera ser el que cuenta con la masa de hielo más grande o voluminosa, tiene forma de abanico y se desprende del filo que une los cerros Barauca y Tambillos, de varios kilómetros de largo. En su extensa superficie helada, se pueden observar infinidad de grietas y seracs, que nos dan una idea de la dinámica del fluido del hielo sobre un lecho rocoso muy irregular.

En el circo glaciario que se despliega en las cabeceras del Arroyo San Alberto, se pueden apreciar distintos cuerpos de hielo descubierto, que varían por su tamaño y forma: 1) El Glaciar Barauca 1, que presenta dos brazos, los cuales rodean la cumbre del cerro homónimo. 2) El Glaciar Tambillos del Sur, que se descuelga de la cumbre del Cerro Homónimo en esa dirección, presentando un frente cortado. 3) El Glaciar San Alberto, conformando un gran abanico helado que se descuelga del largo filo que une los cerros Barauca y Tambillos. 4) El Glaciar Barauca 2, de tamaño menor, que se descuelga del Cerro Grande.

Hacia la derecha se observa el Glaciar Sur del Cerro Tambillos, a diferencia de los otros, se ubica en sustrato rocoso relativamente liso y de fuerte pendiente, debido a ello, su frente presenta un importante corte. El espesor del hielo ronda los 40 metros y da la impresión de que se viene abajo en cualquier momento.

A la tarde del cuarto día de caminata (llevábamos 9 horas) llegamos a la Laguna Barauca, situada a 4.400 m.s.n.m. Éste era el objetivo de mínima de nuestra expedición. La emoción de haber llegado a este alejadísimo e increíble lugar después de caminar tanto, fue muy grande. A orillas de esta laguna armamos nuestro cuarto campamento, o campamento base, donde pasamos tres noches.

Arribo a la Laguna Barauca, lugar del cuarto campamento


DÍA 5 DE ACLIMATACIÓN

Nada como ver el amanecer reflejado en la laguna, desde el interior de la carpa, como presagio de que el quinto día sería de aclimatación, relax al principio y luego una caminata liviana para observar el panorama y tantear la ruta de ascenso al día siguiente.

La Laguna Barauca presenta aguas transparentes, no obstante, está poblada de algas y una abundante microfauna en sus frías aguas. La acción de los glaciares en el pasado dejó sus marcas en forma de estrías e incisiones longitudinales en el duro macizo rocoso de granito que rodea el espejo de agua.

Izquierda: el cuarto campamento, a orillas de la Laguna del Barauca y con una vista magnífica hacia los glaciares. Derecha: nada como ver el amanecer desde la carpa...

Izquierda: Laguna del Barauca, los puntos oscuros cerca de la orilla derecha son personas, lo que sirve para hacerse una idea de su tamaño. Derecha: en los contrafuertes rocosos que rodean a la laguna puede observarse el rastro del paso de antiguos glaciares que dejaron marcas de estrías talladas en la piedra.

Al medio día iniciamos una caminata a modo de aclimatación, recorriendo los glaciares de escombros que hay debajo de los glaciares descubiertos, en su zona de ablación. Pudimos apreciar in situ la dinámica de un glaciar de escombros activo, donde se puede observar en sus cortes naturales, como es su composición interna, con capas alternadas de hielo y sedimentos. Se puede ver también el incesante flujo de agua con detritos en los canales de derretimiento que se forman en el hielo, dando origen a cursos torrentosos y barrosos, que por momentos vuelven a perderse en túneles labrados en el hielo de los glaciares cubiertos, para luego volver a brotar y perderse en la playa ripiosa que rodea a la Laguna del Nacimiento.

Derecha: los glaciares de escombros activos presentan algunos cortes donde se puede apreciar que debajo de las morenas hay gruesas capas de hielo cuberto. Derecha: la Laguna Tambillos, vista desde el frente del Galciar Barauca 1.

También pudimos observar la Laguna del Tambillos, a 4.600 m.s.n.m. Está ubicada en la base de la pared sur de dicho cerro y rodeada de lagunillas menores. 

Finalmente, llegamos al frente de hielo del Glaciar Barauca 1, colosal, un verdadero castillo helado de aproximadamente 40 metros de altura, lo recorrimos por su orilla. Allí pudimos vivenciar una sensación única al probar el hielo... Es como tomar el agua directamente del tanque de la casa... 

Los glaciares del Cerro Barauca son realmente enormes, a pesar de su rápido y paulatino proceso de derretimiento, que viene determinando su retroceso por efecto del cambio climático global.

El frente del Glaciar Barauca 1 es un verdadero murallón de hielo, donde se puede vivenciar la experiencia de probar el hielo del propio glaciar...

Izquierda: bordeando la parte descubierta del glaciar Barauca 1, por las morenas del glaciar de escombros activo adjunto, el tránsito es complicado. Se observa al medio el Glaciar San Alberto y atrás el Glaciar Tambillos del Sur. Derecha: otro detalle del frente de hielo del Glaciar Barauca 1.


DÍA 6 DE CUMBRE

A la madrugada del sexto día, con mucho frío y viento, siendo las 6:30 horas, iniciamos el ascenso a la cumbre del Cerro Barauca, siguiendo en la primera parte el itinerario que hicimos el día anterior a modo de aclimatación. Luego de sortear el frente de hielo descubierto del glaciar Barauca 1, nos apartamos de la masa de hielo, para ascender por una ladera donde alternan acarreos y roqueríos, hasta un filo, el cual terminamos coronando dos horas después del inicio.

En este punto pudimos tener la única vista completa del Glaciar Barauca 2, ubicado al sur del Barauca 1. Si bien es de mucho menor tamaño, su frente de hielo también mide 40 metros de espesor.

En el ascenso por el filo, rodeamos casi por completo, al sur y por arriba, al Glaciar Barauca 1, pudiendo observar una gran diversidad de crioformas increíbles y muy poco usuales de ver, muchas lagunas de termocarst, morenas laterales y centrales, nunataks, grietas, seracs, penitentes, etc…

El ascenso se hizo en gran parte rodeando el Glaciar Barauca 1 por su brazo occidebtal, que acá se observa a la izquierda de la foto, en el centro el contrafuerte rocoso de la cumbre y a la izquierda el brazo oriental.

Durante el ascenso por el filo se observaba al sur el Glaciar Barauca 2 (izq.) y al norte una gran diversidad de crioformas en el Glaciar Barauca 1, como por ejemplo una laguna de termocarst (der.).

Al final del filo nos encontramos con un portezuelo muy amplio y del otro lado una pendiente pronunciada hacia lo que estimamos puede ser la cumbre. Desde este punto el viento se volvió muy fuerte y frío. El cielo estaba despejado, pero el frío era intenso e implacable, estábamos con pluma y rompevientos, pero no podíamos quedarnos quietos bajo ningún punto de vista. Solo pudimos detenernos por un rato en mitad de esa pendiente, detrás de un promontorio rocoso que nos ofreció un inusitado y mágico reparo, que sirvió para descansar y alimentarnos, hasta acá llevábamos 5 horas de marcha.

Mientras vamos ascendiendo, volvemos a observar la secuencia de glaciares: de izq. a der. y de adelante a atrás, glaciares Barauca 1, San Alberto y Tambillos del Sur, sobre este ultimo está la cumbre del Cerro Tambillos y detrás de ella el Valle de Uspallata, cuya vista esta cumbre antepuesta tapa por completo.

Y al final, una hora después, llegamos a la cumbre… Nos fundimos en un gran abrazo y como siempre, en cada expedición al corazón de la cordillera, llevamos nuestro mensaje esperanzador de que todas estas montañas, con sus glaciares, sean definitivamente protegidos.

El testimonio encontrado era de 1987, o sea que hacía 33 años que el Cerro Barauca no era ascendido. Según dicho comprobante, ese ascenso sería el primero y el nuestro el segundo...

En la cumbre...

Como siempre, nuestro mensaje para preservar esta increíble naturaleza, va con nosotros.

La vista desde la cumbre es impactante: El Cerro Aconcagua emerge por sobre todas las montañas. El Glaciar Gussfeldt, los cerros Zurbriggen, Reichert, Cúpula, La Mano y Cuerno, todos a la derecha del coloso. Siguiendo siempre hacia la derecha, la secuencia de montañas se continúa con el Cordón Penitentes, en  San Juan, el Cerro Mercedario, el Cordón de la Ramada, Los Ansiltas y el Valle de Barreal y Calingasta. Luego continúa el Cordón del Tigre haia el norte, con los cerros Chiquero, de los Vaqueanos, del Valle, del León y Ureta. La cumbre más prominente en esa dirección es el Cerro Tambillos, que acá lo vemos desde atrás. Hacia el este se despliega a sus anchas el Valle de Uspallata y la Precordillera detrás, con parte de nuestro itinerario a nuestros pies. A la derecha del valle, se aprecian las cumbres del Cerro del Plata, El Volcán Tupungato, El Macizo del Polleras, el Cerro del Plomo, el Cerro Juncal. Por debajo de esta secuencia de cumbres, hay otra secuencia correspondiente a los faldeos australes del Cordón del Tigre, con los cerros Durazno, Montura y Ranchillos. Luego, el Mesón de la Luna, en las nacientes de los arroyos Ranchillos y Picheuta. A continuación, las cumbres planas del Paramillo de las Vacas y el Cerro Quebrada Negra. La cumbre más cercana al Barauca al sur es el Cerro Grande, tras cuyo filo está el Glaciar Barauca 3, que no pudimos ver ni relevar, por hallarse retirado, el Cerro Dientitos, el Cumbre Yalguaraz, el Tigre Sur y el Nevado.

Cumbres que se observan desde el Barauca en distintas direcciones, de oeste y girando a la derecha: 1- Aconcagua (6.962). 2- Cordón y Glaciar del Gussfeldt (5.500). 3- Cordón Penitentes de San Juan (5.200) 4- Mercedario (6720). 5- Ramada (6.384). 6 Ansilta 7 (5.870). Cordón del Tigre sector norte (5.300). 8- Cerro del Plata (5.960). 9- Tupungato (6.570). 10- Polleras (5.993). 11 Juncal (5.965). 12- Plomo (6.070).


Al volver de la cumbre, el viento intenso no dio para ningún acto de contemplación al regreso, sólo una despedida fugaz con una reflexión: los glaciares y yo vamos diciéndonos hasta pronto, con el compromiso de cuidarnos mutuamente y la esperanza de un próximo encuentro...

Llegamos a la carpa a las 17 horas, muy cansados... Una siesta y una cena liviana para terminar un día que sería inolvidable para nuestras vidas.

DÍA 7 A 9 DE REGRESO

A la mañana del séptimo día desarmamos el campamento e iniciamos lentamente el regreso, desandando durante tres días el complicado y larguísimo acercamiento que nos había llevado 4 días...

De esa parte de la expedición nos van quedando anécdotas... Baños en las aguas heladas del arroyo para lavarnos. Una longaniza y un pedazo de queso gruyere que fueron racionados hasta el último día, siendo su ingesta el momento más esperado durante todas las jornadas de caminata. Esta ceremonia diaria era un verdadero ritual, al momento de decidir cortar y repartir las fetas que resultaban ser la ración diaria de picadita, a la cual obviamente le faltaba una cerveza, que era suplida con agua pura y fresca del arroyo... Se sucedieron por estos días conversaciones que suelen ser típicas al regreso de expediciones tan largas: lo primero que haríamos sería ir los 4 a un restaurant y comernos una milanesa a la napolitana con papas fritas y cerveza (cosa que desde ya, hicimos). La otra conversación que resultó recurrente fue filosofar en torno a cómo seguiría el mundo, o más bien la civilización humana, después de 9 días de estar retirados de ella: habrá habido una revolución o algo por el estilo? Toda especulación al respecto quedó sepultada varios metros bajo tierra, cuando el primer signo de civilización humana que percibimos después de tanto tiempo fue ruido de cumbia en la distancia, antes de llegar a las fincas de San Alberto...

Los recuerdos que nos ha dejado esta expedición permanecerán por siempre en nuestras vidas y su impronta nos ha vuelto seres más comprometidos por el amor a este territorio tan agreste y singular.






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